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Thousands of migrants trapped ahead of Bosnian winter.
Memoria internacional 2019

Menos que seres humanos: las políticas europeas perjudican a las personas refugiadas, migrantes y solicitantes de asilo

La gente abandona su hogar por muchos motivos. Algunas personas huyen de la guerra, otras de la persecución o de condiciones de vida extremadamente difíciles. Sea cual sea el motivo, su objetivo suele ser el mismo: asegurarse un futuro seguro y digno. Por todo el mundo, Médicos Sin Fronteras asiste a poblaciones que se desplazan, guiada únicamente por las necesidades de salud y vulnerabilidades de estas personas. Vemos cómo luchan por sobrevivir no solo a sus angustiosos viajes, sino a las inhumanas políticas decididas por Gobiernos para impedir a cualquier precio la entrada de refugiados, migrantes y solicitantes de asilo.

En Europa, los controles migratorios se han extendido mucho más allá de las fronteras continentales. Las personas necesitadas de ayuda a menudo se encuentran con políticas fronterizas punitivas, son “contenidas” en países intermedios y se les impide solicitar asilo en suelo europeo. Estas políticas pueden llegar a criminalizar su desplazamiento o migración e incluso a denegarles la atención médica y la protección que garantizaría su seguridad y dignidad. De forma engañosa, los Estados europeos se han apropiado del lenguaje del humanitarismo para justificar estas restricciones y afirman que están “salvando vidas” cuando cortan de raíz estos peligrosos viajes. Esta retórica no habla de los peligros que afrontan estas personas en sus propios países, que les obligan a dejar sus hogares, o los que sufren en los países de tránsito.

Además, la falta de vías de entrada seguras y legales a Europa implica que la única posibilidad que tiene la gente es intentar un viaje peligroso, quedando a merced del submundo criminal que dirige las rutas de contrabando. 

“Contención” en el ángulo muerto en Libia

La mayoría de las personas que intentan llegar a Europa cruzando el Mediterráneo central pasan por Libia; allí quedan expuestas a horribles situaciones de violencia, secuestros, torturas y extorsión. A pesar de esta realidad y del hecho de que Libia es un país con un conflicto activo, el objetivo principal de los países europeos sigue siendo retener allí a migrantes y refugiados, a cualquier precio. 

Mientras hablan de su éxito en el control de las migraciones, los Estados europeos han implementado brutales políticas de retención y disuasión. Han desmantelado las operaciones de búsqueda y rescate en el mar, al tiempo que colaboraban con la Guardia Costera libia para que interceptaran en aguas internacionales a quienes intentaran cruzar y los obligaran a regresar a Libia; esto va en contra del derecho internacional. Para detener el flujo de llegadas, los europeos han hecho tratos con las milicias libias, a pesar de sus vínculos con redes criminales y de tráfico de personas. Como consecuencia, continúan el tráfico, la retención, la detención y la extorsión de personas. La posibilidad de que estas huyan lanzándose al mar y se ahoguen no ha hecho más que aumentar.  

En 2019, MSF reanudó sus operaciones de búsqueda y rescate en el Mediterráneo central y rescató a un total de 1.373 personas que estaban en peligro de morir ahogadas. 

Lesbos, Grecia
En el asentamiento del olivar que está junto al superpoblado campo de Moria, personas que no son familia tienen que compartir las tiendas de campaña. La higiene es muy deficiente. Lesbos, Grecia, octubre de 2019.
Anna Pantelia/MSF

La trampa de las islas griegas

En 2016, la Unión Europea y Turquía firmaron un acuerdo mediante el cual Turquía evitaría las llegadas a Europa y a cambio la UE aportaría 6.000 millones de euros para la asistencia a los refugiados en Turquía, además de otros incentivos. En ese momento, MSF advirtió de las probables consecuencias humanitarias de dicho trato e hizo hincapié en que socavaba el derecho de asilo. MSF anunció también su decisión de no aceptar más fondos de la UE y sus países miembros. En lugar de reconocer los fallos en la lógica de este tratado y su coste humanitario, los líderes europeos siguen considerándolo un éxito y piden a las autoridades griegas que lo implementen con más contundencia.

Las personas atrapadas en condiciones deplorables en las islas griegas viven en una emergencia crónica. Esta situación pone de manifiesto hasta dónde está dispuesta a llegar Europa a la hora de negar los valores básicos de humanidad y dignidad a quienes necesitan protección.

Los equipos de MSF atienden a personas cuya salud sufre el impacto de estas políticas; estamos haciendo el trabajo que los Gobiernos europeos, empezando por el griego, se han negado a hacer. Pero lo que podemos hacer es limitado, porque, cuando salen de nuestras consultas, estas personas vuelven a las mismas condiciones que las hicieron enfermar. 

Otra trampa: las fronteras balcánicas

En 2019, miles de personas intentaron atravesar la península balcánica con la esperanza de llegar a otros destinos europeos, pero fueron rechazadas con violencia. Muchas de estas personas, refugiadas y migrantes, han quedado varadas en asentamientos informales y edificios abandonados en áreas fronterizas. 

En Serbia, en 2019, MSF mantuvo abierta su clínica para migrantes y refugiados en la capital serbia, Belgrado, y organizó actividades externas en asentamientos informales para quienes viven fuera de los centros de recepción. En Bosnia, proporcionamos atención médica en colaboración con las autoridades sanitarias a personas que vivían tanto dentro como fuera de los campos oficiales. La mayoría de las afecciones que tratamos –como enfermedades de la piel e infecciones de las vías respiratorias– se debían a las malas condiciones de vida. 

Imposibilidad de protección

En Francia, muchos solicitantes de asilo, migrantes y refugiados con estatus reconocido son obligados a vivir en sórdidos campos o en la calle, sometidos a un ciclo interminable de confiscación de bienes, evacuación temporal y acoso por parte de la Policía. De especial preocupación son los niños que han llegado sin acompañamiento adulto, a menudo adolescentes traumatizados por la violencia que han sufrido en el viaje. Tienen dificultades incluso cuando se registran para recibir la protección a la que tienen derecho. Cientos de niños y adolescentes migrantes o solicitantes de asilo en toda Francia tienen que dormir a la intemperie porque el Estado no les ofrece alojamiento, a pesar de que tiene la obligación de hacerlo.

MSF sigue asistiendo a menores de edad y ofreciéndoles alivio y atención, así como ayuda para que puedan conseguir apoyo legal y servicios médicos, sociales, psicológicos y administrativos; en este programa, colaboramos con otras organizaciones en nuestro centro en Pantin, un suburbio de París. En total, 734 menores se beneficiaron de estos servicios en 2019. 

Que prevalezca la humanidad

Europa debe cambiar radicalmente sus planteamientos sobre migración y asilo. Ningún razonamiento político puede justificar medidas que causan daño a otras personas de forma deliberada y consciente. Las devastadoras consecuencias de estas políticas no se pueden ignorar y no se deben normalizar. Este no es el precio aceptable de mantener a tantas personas como sea posible fuera de Europa. 

En el clima político actual, muchas personas consideran que estas otras personas, refugiadas, migrantes y solicitantes de asilo, no son seres humanos. El respeto por la vida humana, un valor humanitario fundamental, parece haberse convertido en un acto de rebeldía. Médicos Sin Fronteras apoya firmemente, con solidaridad, a las personas que se desplazan. Sabemos que mucha parte de la ciudadanía europea opina lo mismo, ya sea como particulares, como profesionales de la salud, como miembros de organizaciones de la sociedad civil e incluso como representantes de las autoridades locales.

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