En 2019, el brote de Ébola que se había declarado en el noreste de República Democrática del Congo (RDC) en agosto del año anterior siguió propagándose y haciendo estragos en paralelo a la peor epidemia de sarampión sufrida por el país hasta la fecha; más al este, dos ciclones y unas graves inundaciones devastaron partes de Mozambique, Sudán y Sudán del Sur. El conflicto se agravó en el Sahel y en Yemen, y miles de personas migrantes, refugiadas y solicitantes de asilo quedaron atrapadas en Libia, Grecia y México, expuestas a la violencia y la enfermedad.
En el transcurso del año, los equipos de Médicos Sin Fronteras (MSF), integrados por unas 65.000 personas (el 80% contratadas en los países en los que trabajamos), respondieron a todas estas crisis y a otras emergencias en todo el mundo.
Deterioro creciente para las poblaciones y el personal de ayuda
En 2019, las condiciones de vida y el acceso a la atención médica se deterioraron considerablemente para muchas personas de la región del Sahel, en especial en Mali, Níger y Burkina Faso. Debido a la presencia de grupos armados y violencia entre comunidades, muchas regiones de estos países son ahora extremamente peligrosas y muchas personas tuvieron que huir de sus casas. MSF atendió sus enormes necesidades médicas, debidas por ejemplo a los preocupantes niveles de desnutrición y malaria, que afectan en particular a los niños. Sin embargo, la intensa violencia y las constantes amenazas de secuestro significaban que, para nuestros equipos, ya no era seguro trabajar en algunas áreas; trabajamos donde era seguro, si bien manejar los riesgos consumió mucho tiempo y recursos humanos. Todo esto además también restringió a quiénes podíamos ayudar y dónde.
En las regiones Noroeste y Suroeste de Camerún, donde los enfrentamientos entre el Ejército y los grupos armados separatistas se intensificó bruscamente, nuestros equipos ampliaron sus actividades. Desde 2016, este conflicto ha desplazado a más de 500.000 personas, cuyas necesidades son desesperadas.
En Yemen, donde la guerra entró en su quinto año, la gente seguía muriendo de enfermedades evitables, debido al colapso tanto de la economía como del sistema de salud. Un informe de MSF publicado en 2019 mostró que una cantidad considerable de mujeres embarazadas y niños enfermos habían muerto porque recibieron atención médica demasiado tarde. Aunque la frecuencia de los ataques aéreos disminuyó en 2019, los combates que han destrozado el país prosiguieron en muchos de los frentes de batalla. Nos esforzamos por proporcionar alivio en un contexto caracterizado por la inseguridad y las restricciones burocráticas impuestas en el norte del país.
En República Centroafricana, se perpetraron numerosos ataques contra la población y la infraestructura civil. Uno de ellos se produjo a finales de mayo: un grupo de hombres armados congregó a medio centenar de personas con el pretexto de una reunión comunitaria, y las mataron a tiros. El conflicto limitó gravemente la atención médica, como sucedió por ejemplo en Mingala, donde acudimos para una vacunación y nos contaron que no habían visto a un médico o a un trabajador humanitario en más de dos años.
En Siria, país devastado por la guerra, millones de personas que habían huido de sus hogares seguían viviendo en asentamientos, en condiciones precarias y poco seguras. Nuestros esfuerzos por ayudarlas se vieron gravemente obstaculizados, no solo por la inseguridad sino también por las dificultades administrativas; seguimos trabajando para obtener el registro legal en el país y el Gobierno tampoco nos autorizó a entrar a algunas áreas. Parte de los suministros médicos que enviamos a Siria normalmente pasan por Turquía, un país en el que tampoco pudimos renovar nuestro registro oficial, lo que dificultó enormemente el suministro a nuestra operaciones.
En octubre, debido a la operación militar turca en el noreste de Siria, tuvimos que reducir nuestra presencia o retirarnos de varios lugares, como Tal Kocher; esto dejó a muchas personas vulnerables sin apenas atención médica. El campo de Ain Issa para personas desplazadas fue totalmente desmantelado y sus habitantes tuvieron que desplazarse de nuevo. También redujimos los equipos en la ciudad de Raqa y en el campo de Al Hol, donde había retenidas 70.000 personas, el 94% mujeres y niños.
Contra todo pronóstico, pudimos mantener nuestro trabajo en Siria e intentamos brindar asistencia donde era posible; una gran parte de nuestras operaciones consistieron en apoyar a las redes médicas y los hospitales locales que seguían funcionando. Sin embargo, seguimos sin poder trabajar en el país en la medida en que nos gustaría para abordar todas las necesidades de la población.
Respuesta a epidemias
Durante 2019, se extendieron por varios países brotes de sarampión a gran escala, que provocaron miles de muertes. RDC se vio particularmente afectada, con 310.000 casos reportados y 6.000 fallecidos, de los cuales tres de cada cuatro eran niños menores de 5 años. En noviembre, tan solo en una semana, se registraron cerca de 10.000 casos en todo el país.
Aun así, la epidemia atrajo muy poca atención y financiación internacional; hasta agosto, se habían recaudado solamente 2,5 millones de dólares (2,2 millones de euros) de los 9 millones de dólares (7,9 millones de euros) que se necesitaban para el plan de respuesta coordinado por la ONU. MSF inició actividades en 16 provincias, vacunó a más de medio millón de niños y atendió a más de 30.000 pacientes. No obstante, nuestra intervención tuvo sus dificultades: la inseguridad, los desabastecimientos de vacunas y los problemas logísticos entorpecieron nuestras operaciones en algunas áreas.
MSF también respondió a brotes de sarampión en Camerún, Nigeria, Chad y Líbano, con campañas de vacunación y habilitando nuevas salas de sarampión en centros de salud.
Para finales de año, el Ébola se había cobrado más de 2.200 vidas en el noreste de RDC. A pesar de las lecciones aprendidas en la epidemia de África occidental de 2014-2016, de la existencia de dos vacunas y de los tratamientos en fase de investigación, murieron dos tercios de las personas infectadas. Resultó frustrante para nuestros equipos de vacunación la lentitud, poca claridad y limitaciones de las estrategias adoptadas; estuvimos parados durante semanas, mientras reclamábamos a la Organización Mundial de la Salud una mayor transparencia en el suministro de vacunas. Nuestros equipos siguieron combatiendo la enfermedad en las provincias de Kivu Norte e Ituri, pero la inseguridad y la imposibilidad de ganarse la confianza de la población dificultaron nuestras actividades. En febrero, con pocos días de diferencia, dos de los centros de tratamiento del Ébola que teníamos en Kivu Norte fueron atacados e incendiados.
Respuesta a desastres naturales
En marzo, Malaui sufrió lluvias torrenciales y graves inundaciones debido a una tormenta que se dirigió al mar y volvió a tierra convertida en un ciclón; el Idai primero afectó a Mozambique y luego a Zimbabue. Alrededor del 80% de la ciudad mozambiqueña de Beira quedó destruida. MSF inició una intervención a gran escala para proporcionar atención médica y agua y saneamiento, reconstruir centros de salud y ayudar a las autoridades locales a contener un brote de cólera, lo que incluyó una campaña de vacunación.
En octubre, zonas de Sudán del Sur, Sudán y Somalia se vieron gravemente afectadas por inundaciones. En Sudán del Sur, cientos de miles de personas se desplazaron por esta causa y no podían satisfacer sus necesidades más básicas; para empezar, el precio de los alimentos se triplicó y mucha gente no podía comprarlos. En la ciudad oriental de Pibor, el hospital de MSF se inundó y tuvo que mudarse, a otra zona que también quedó anegada; esto redujo considerablemente nuestras actividades vitales y la atención médica que podíamos ofrecer.
Asistencia a migrantes y solicitantes de asilo
Las autoridades de todo el mundo siguieron abandonando, desatendiendo o haciendo retroceder a migrantes y solicitantes de asilo. Desde América Central hasta el Cuerno de África, nuestros equipos presenciaron el sufrimiento de las personas que se desplazaban. En agosto, pudimos reanudar las operaciones de búsqueda y rescate en el Mediterráneo con un nuevo barco, el Ocean Viking. Miles de personas seguían atrapadas en Libia en un contexto de creciente violencia; cuando estalló el conflicto en Trípoli a principios de abril, muchas personas fueron dejadas a su suerte encerradas en los centros de detención. El 2 de julio, dos ataques aéreos alcanzaron el de Tajura y mataron a al menos 53 personas.
En Europa, los Gobiernos siguieron cruzados de brazos mientras las personas que intentaban escapar de Libia eran detenidas y devueltas por la Guardia Costera, financiada por la Unión Europea. Al mismo tiempo, miles de personas languidecían en miserables condiciones en las islas griegas. Los equipos de MSF dieron atención médica en ambos países, así como atención psicológica a las personas con problemas graves de salud mental derivados de su grave situación.
Apoyo médico en acción
En 2019, se cumplieron 20 años desde que MSF recibió el Premio Nobel de la Paz y lanzó, con los fondos del galardón, la Campaña de Acceso a medicamentos esenciales. Durante las dos últimas décadas, el trabajo de incidencia política de la Campaña para que haya medicamentos más baratos y accesibles ha permitido a MSF llevar a muchas más personas el tratamiento de enfermedades como el VIH, la tuberculosis y la hepatitis C.
Han pasado 20 años, pero las palabras del entonces presidente internacional de MSF, el doctor James Orbinski, aún tienen validez: “Somos una asociación voluntaria e independiente y nos hemos comprometido a llevar asistencia médica directa a las poblaciones necesitadas. Pero no podemos actuar en el vacío y nuestras palabras no se las debe llevar el viento; trabajamos con la clara intención de asistir, de provocar cambios, de denunciar injusticias”.
Damos las gracias a las personas que nos ayudan con sus donaciones; su apoyo hace que nuestro trabajo sea posible. También damos las gracias a todas las personas que trabajan en nuestros proyectos, que, a menudo con un riesgo considerable para sí mismas, ofrecen su tiempo y sus conocimientos para ayudar a otras personas. Nuestros pensamientos siguen con Romy, Richard y Philippe, nuestros compañeros secuestrados en RDC en julio de 2013 y de los que aún no tenemos noticias.
* Oliver Behn, Dr. Marc Biot, Dra. Isabelle Defourny, Kenneth Lavelle, Bertrand Perrochet y Teresa Sancristóval, directores de Operaciones de MSF.