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A principios de enero de 2019, los enfrentamientos violentos en Yirgou, en el norte del país, obligaron a miles de personas a huir. La violencia, que involucraba a grupos armados tanto comunales como religiosos, se intensificó velozmente. Los equipos de Médicos Sin Fronteras ya estaban trabajando en la región del Sahel, en las urgencias y los quirófanos de los centros de salud de Gorom-Gorom y Djibo, y pudieron responder rápidamente en Barsalogho y Foubé, en el centro de Burkina, dando atención médica básica a las comunidades de acogida y a las personas desplazadas.
Según las autoridades, cerca de 100 centros de salud tuvieron que suspender sus actividades por completo y muchos más solamente podían funcionar con capacidad reducida. La creciente inseguridad dificultó que las comunidades remotas accedieran a los servicios de salud que seguían funcionando en las ciudades y que las organizaciones humanitarias llegaran a las personas necesitadas de ayuda.
A pesar de los problemas de seguridad, a mediados de 2019 nuestros equipos ya habían ampliado su asistencia e iniciaron actividades médicas y el transporte de agua en camiones en Titao y Ouindigui (en la región Norte), así como en Fada N'Gourma, Matiacoali y Gayeri (en la región Este).
Al final del año, se asignaron equipos a las cuatro regiones más afectadas por el conflicto, para proporcionar atención médica básica, refugio y artículos de primera necesidad (como bidones, jabón y mosquiteras) a las comunidades locales y a las personas desplazadas. Rehabilitamos bombas de agua, excavamos pozos y llevamos en camión más de 8,3 millones de litros de agua potable.
En la capital, Uagadugu, continuamos dirigiendo un proyecto contra el dengue, que asiste con vigilancia epidemiológica, capacitación de personal y preparación para brotes.