En París, el norte de Francia y la frontera con Italia, los migrantes y refugiados se enfrentan a políticas y prácticas destinadas a evitar que puedan instalarse o reivindicar sus derechos. Obligados a esconderse de las autoridades, son cada vez más invisibles para la población local y esto los expone a sufrir abusos y violencia.
En 2017, MSF operó clínicas móviles de atención primaria y otras actividades médicas para llegar a este colectivo en París, donde más de 1.000 refugiados y migrantes vivían y dormían al raso y sometidos a un acoso constante por parte de las autoridades. Los equipos de MSF realizaron alrededor de 2.500 consultas en las clínicas móviles y donaron 32.000 mantas y sacos de dormir (además de otros artículos esenciales básicos) en París y Calais. En enero y febrero de 2017, MSF también proporcionó alojamiento de emergencia a 2.000 personas, la gran mayoría de ellas menores de edad.
Los menores no acompañados se encuentran entre los colectivos más vulnerables. A menudo llegan solos a Francia después de superar un arduo viaje y tienen que lidiar con la falta de información, las inadecuadas instalaciones de acogida y un laberinto de burocracia que les imposibilita incluso registrar sus solicitudes. Algunos logran solicitar protección infantil y, si se reconoce que son menores, son atendidos por los servicios especializados. Pero si se rechazan sus solicitudes, quedan excluidos del sistema legal y se les niega cualquier asistencia.
En diciembre, MSF abrió un centro de día en Pantin, en los suburbios de París, para ofrecer un lugar de descanso, atención médica y apoyo social y administrativo a los menores no acompañados. En colaboración con varias asociaciones y abogados, los equipos de MSF siguen cada caso de manera individualizada.
Además, MSF permaneció atenta a la situación en todo el país, en especial en el norte y el sureste; también siguió proporcionando atención médica bien directamente o dando apoyo a otras organizaciones que ya trabajan en el terreno.