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Cholera response in Yemen
Memoria Internacional 2017

El cólera: fácil de tratar y prevenir, pero sigue devastando comunidades

Aline Kaendo sabía cómo proteger a su hijo de 5 años, Aristide. Lavarse las manos, usar inodoros limpios, beber únicamente agua tratada, enjuagar las frutas y verduras con agua limpia… Aline siguió todos estos consejos, pero aun así Aristide enfermó.

“Tratamos el agua en casa porque podemos permitirnos comprar el producto, pero los niños juegan en el lago y es posible que beban y compartan comida con otros niños. Y si la han comprado en la calle puede que no la hayan preparado en condiciones higiénicas”, explica Aline. “También comen fruta que recogen. Mi hijo podría haberse infectado de muchas maneras”.

Afortunadamente, Aline pudo buscar ayuda para su hijo en el centro de tratamiento del cólera (CTC) dirigido por Médicos Sin Fronteras (MSF) cerca de donde vive en Minova, en la provincia de Kivu Sur, en el este de la República Democrática del Congo (RDC).

El cólera es una infección bacteriana transmitida por el agua, que se contagia por el contacto con fluidos corporales o al consumir alimentos o agua contaminados. Si bien puede afectar a cualquier persona, los más propensos a contraerla son los más pobres entre los pobres: quienes viven en condiciones insalubres y sin agua limpia. Puede causar diarrea y fuertes vómitos y resultar mortal muy rápidamente si no se trata. Afortunadamente, el cólera se cura muy fácilmente, ya que la mayoría de los pacientes responden bien a las sales de rehidratación oral, que son fáciles de administrar. Aunque los casos más graves requieren la administración de líquidos por vía intravenosa, nadie debería morir de cólera.

En 2017, República Democrática del Congo experimentó uno de los peores brotes de cólera de los últimos 20 años: 24 de sus 26 provincias notificaron casos. Según los datos disponibles, alrededor de 55.000 personas contrajeron la enfermedad y más de 1.000 fallecieron. A finales de diciembre, MSF había tratado la mitad de los casos registrados, pero la epidemia no había terminado por completo.

En 2017 se produjo otra epidemia de cólera sin precedentes, en Yemen, país golpeado por la guerra. El brote se declaró en abril, se propagó rápidamente y afectó a cientos de miles de personas. En junio, cuando la epidemia se encontraba en su apogeo, los equipos de MSF atendían cada semana a más de 11.000 pacientes en CTC repartidos por todo el país. En total, MSF trató a más de 100.000 personas en 37 CTC y puntos de rehidratación oral.

En Yemen, tras más de tres años de guerra, las infraestructuras ya se encontraban gravemente deterioradas. Los trabajadores de la Sanidad pública llevaban más de un año sin cobrar y muchos habían buscado trabajo en otro lugar. Debido a la elevada tasa de desempleo y a una inflación galopante, incluso donde todavía funcionaban los centros de salud, la población no podía pagar lo que le costaba el transporte. La epidemia de cólera llevó al borde del colapso a un sistema de salud que ya se estaba desmoronando.

Cólera en South Kivu
Aline Kaendo y su hijo de 5 años, Aristide, en el centro de tratamiento del cólera de MSF en Minova, en República Democrática del Congo.
Marta Soszynska/MSF

En Yemen fueron la guerra y la crisis de la Sanidad pública las que contribuyeron a este brote sin precedentes; en África se produjeron también epidemias, derivadas de la sequía, los conflictos, el desplazamiento de la población y la falta de agua potable y servicios de saneamiento. Además de la gran epidemia congoleña, los equipos de MSF también respondieron a brotes de cólera en Nigeria, Chad, Kenia y Sudán del Sur.

Por ejemplo, las condiciones de hacinamiento y falta de higiene en los campos de desplazados en el estado de Borno (noreste de Nigeria) fueron el caldo de cultivo ideal para el cólera. MSF respondió a los brotes que se declararon entre agosto y noviembre, pero, debido a la inseguridad, prestar asistencia sanitaria fue extremadamente peligroso y complejo. Durante el brote de Chad, MSF trató a 1.000 pacientes y distribuyó kits de higiene con preparados para el tratamiento de agua, cubos de 20 litros, jabón, mantas y mosquiteras. Este equipo también llevó a cabo campañas de sensibilización sobre la enfermedad y para explicar cómo prevenirla.

En total, en 2017, MSF trató a 143.100 personas con cólera en 13 países, frente a las 20.600 de 2016. Sin embargo, nuestra respuesta podría haber sido más efectiva si tanto nosotros como otras organizaciones humanitarias hubiéramos podido responder más rápidamente e implementar todas las herramientas que actualmente tenemos a nuestra disposición. En los países del Cuerno de África, la falta de recursos —pocos hospitales, poco personal, poca sensibilización y promoción de la salud— y la escasez de agua potable dificultaron la respuesta.

En Yemen, debido a los problemas de seguridad y al resto de importantes intervenciones que realizamos en Yemen, básicamente solo pudimos responder a los brotes en las áreas donde ya teníamos proyectos, aunque las necesidades eran mucho mayores. Aunque proporcionamos atención médica vital, agua y saneamiento, no había vacunas para llevar a cabo campañas de emergencia en las áreas más afectadas, a pesar de ser uno de los componentes principales de la respuesta a un brote epidémico.

Como demuestran los estudios científicos y nuestra experiencia previa, una estrategia de vacunación oral con una dosis única no solo es segura y fácil de ejecutar, sino que además puede prevenir o reducir la transmisión del cólera durante una epidemia. Esta estrategia no se utilizó en Yemen ni en muchos otros lugares que sufrieron epidemias.

Nuestro desafío para el futuro es responder a los brotes con rapidez y a una escala adecuada, y hacerlo con las mejores estrategias y herramientas existentes. No deberíamos seguir viendo muertes por cólera, porque disponemos de las medidas, las herramientas y los medios para prevenir y tratar la enfermedad.

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