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Según el Informe Mundial sobre la Tuberculosis publicado en 2017 por la Organización Mundial de la Salud, Bielorrusia es uno de los países con mayor carga de TB-MDR del mundo. MSF colabora con el Ministerio de Salud en cuatro centros especializados: el Centro Científico y Práctico de Neumología y Tuberculosis de la República, los dispensarios 1 y 2 de la ciudad de Minsk y el hospital de TB de Volkovichi (en la región de Minsk).
A finales de 2017, MSF también comenzó a tratar a los convictos con TB-MDR del centro penitenciario Colonia 12 de Orsha. Tras una revisión realizada por MSF en 2016 que identificó el alcoholismo como principal factor de riesgo para la mala adherencia al tratamiento en esta cárcel, MSF explora ahora nuevas medidas para abordar este problema.
A finales de 2017, MSF daba tratamiento a 59 pacientes con tuberculosis extrarresistente mediante nuevos tratamientos a base de bedaquilina y/o delamanida. Este proyecto sigue formando parte del estudio lanzado por la alianza endTB en más de 15 países para encontrar tratamientos más cortos, menos tóxicos, más eficaces y con menos efectos secundarios debilitantes. MSF lleva a cabo este estudio en asociación con Partners in Health e Interactive Research and Development. Desde agosto de 2015, han sido reclutados 81 pacientes, 31 de ellos en 2017.
Además, a finales de diciembre de 2017, el ensayo clínico pionero TB Practecal recibió autorización oficial para admitir a pacientes, tras un año de preparativos en el centro de Minsk para cumplir con los estrictos requisitos pertinentes.
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Voces desde el terreno
Yuri, de 38 años de edad, fue el primer paciente que completó el tratamiento de la tuberculosis en el programa que MSF gestiona en Bielorrusia en colaboración con el Ministerio de Salud.
Supo que estaba enfermo en 2013. “Me sentía débil, perdía peso y empecé a tener fiebre. Fui al médico, pensando que era un resfriado”. Tras conocer la verdad, Yuri estaba demasiado asustado como para llamar a la enfermedad por su nombre, preocupado no tanto por su propia salud o su vida como por la reacción de los demás. “Pensé que todo había terminado, que todos se apartarían de mí”.
Cuando MSF inició su programa de tratamiento en 2015, Yuri llevaba ya dos años de lucha contra la enfermedad y le habían diagnosticado la cepa extrarresistente. “Los médicos me dijeron: ‘Esta es la última oportunidad’. Cada vez estaba peor”. Aceptó ingresar en el programa de MSF. “Mejoré de inmediato: no me encontraba mejor, seguía sin apetito, pero las pruebas y las radiografías… Todo el mundo estaba sorprendido. En octubre las pruebas salieron limpias. Todo estaba limpio”.
“En dos años claro que te cansas. ¿Pero qué otra cosa puedes hacer? Si no fuera por el tratamiento, ahora mismo no estaríamos hablando”.