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Condemned to drown at sea or be locked up in Libya
Memoria Internacional 2018

Libia

MSF en Libia en 2018 A pesar de la inestabilidad, Libia siguió siendo país de destino para trabajadores migrantes de toda África, y también país de tránsito para los migrantes, solicitantes de asilo y refugiados que intentan llegar a Europa cruzando el Mediterráneo.
Libia

En 2018, MSF brindó asistencia médica a las personas que estaban retenidas, de forma arbitraria, en centros de detención teóricamente bajo el control del Ministerio del Interior. 

Muchos pacientes eran personas extremadamente vulnerables, por ejemplo, niños no acompañados, madres lactantes y sus bebés, y víctimas del tráfico de personas que habían estado secuestradas largos periodos de tiempo, privadas de alimento, torturadas y expuestas a una violencia extrema, como el asesinato de seres queridos.

La mayoría de los problemas médicos que atendimos estaban causados o agravados por las condiciones nefastas dentro de los centros: hacinamiento, escasez de comida y agua potable, letrinas inadecuadas… Todo ello facilitaba la propagación de infecciones agudas de las vías respiratorias, tuberculosis, enfermedades diarreicas y enfermedades de la piel (como la sarna). Los trastornos de salud mental y los traumas con frecuencia se veían agravados por la terrible experiencia de la detención indefinida. 

MSF denunció reiteradamente esta situación inaceptable, que cuenta con el apoyo de los políticos europeos, y vimos pocos avances positivos.

De hecho, la costa libia quedó prácticamente sellada debido a la campaña de criminalización de los barcos de búsqueda y rescate en el Mediterráneo y el traspaso de la responsabilidad de estas operaciones por parte de la Unión Europea a la Guardia Costera libia. Por este motivo, muchísimas personas vulnerables quedaron atrapadas en un país donde sus vidas peligran y donde se producen graves violaciones de los derechos humanos, tal y como han documentado la ONU y otras organizaciones.

MUJER DETENIDA EN UN CENTRO DE LIBIA EN SEPTIEMBRE DE 2018, TRAS SER INTERCEPTADA EN EL MAR “Nos abandonaron en el mar. La gente perdió la esperanza. ¿Por qué dejamos que muera gente en el mar? Tenían los medios para rescatarnos. Todos somos personas. Si intentamos ir a Europa es para tener una vida mejor”.
Condenada a ahogarse en el mar o ser encerrada en Libia

En 2018, nuestros equipos atendieron más de 31.500 consultas médicas en centros de detención en Trípoli, Misrata, Joms y Zliten, y derivaron a más de 1.000 pacientes a centros de atención secundaria. En decenas de ocasiones en Misrata y Joms, pudimos atender a personas que habían sido interceptadas en el mar y devueltas a Libia bien por la Guardia Costera bien por barcos comerciales, en contra del derecho internacional de los refugiados y las convenciones marítimas. En 2018, realizamos unas 140 consultas de primeros auxilios en puntos de desembarque. 

Continuamos trabajando en Bani Walid, supuestamente importante centro de contrabandistas y traficantes de personas; en esta zona, intentamos ayudar a las personas que habían logrado escapar de las redes criminales o habían sido liberadas. Atendimos 810 consultas médicas y derivamos a una decena de personas para que recibieran atención secundaria en Misrata y Trípoli.

La mayoría de los migrantes y refugiados viven fuera de los centros de detención o son retenidos en lugares clandestinos y, al igual que las comunidades locales, se ven afectados por el deterioro de la Sanidad pública, que sufre una grave escasez de medicamentos y personal. En 2018, nuestros equipos atendieron 2.500 consultas externas en Tauorga y Misrata, y comenzamos a ofrecer atención pre y posnatal en Bani Walid. Por otro lado, cerramos nuestro proyecto en Bengasi, en el este del país, donde nuestra presencia se había vuelto menos relevante. 

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