Skip to main content
Ebola outbreak - Bunia
Memoria Internacional 2018

Resumen del año

En 2018, los equipos de Médicos Sin Fronteras (MSF) brindaron asistencia médica y humanitaria a personas que sufrían situaciones extremas en más de 70 países. La respuesta de emergencia siguió siendo fundamental: tratamos a heridos de guerra cada vez más cerca de la línea del frente en Yemen, respondimos a brotes epidémicos (como el de cólera en Níger) y asistimos a quienes huían de la violencia en República Centroafricana.

Al acabar 2018, República Democrática del Congo sufría aún el segundo y más grave brote de Ébola del año. MSF participó en la respuesta liderada por el Ministerio de Salud. Aunque los equipos reaccionaron rápido y dispusieron de recursos, como la nueva y prometedora vacuna y medicamentos nuevos con potencial de ofrecer mejor protección y tratamiento, la respuesta y quienes la gestionaron fallaron a la hora de adaptarse a las prioridades de la gente y ganar su confianza. 

Esta situación hizo que la gente demorara o directamente evitara buscar tratamiento. Así, en diciembre, la epidemia se había cobrado 360 vidas en las provincias de Kivu Norte e Ituri, y en algunas zonas no estaba controlada.

Buscando atención en zona de guerra

En Siria, a principios de año, civiles y personal médico quedaron atrapados por la violencia en Idlib (noroeste) y en Guta Oriental, cerca de Damasco. En Guta Oriental, los bombardeos fueron implacables entre febrero y marzo, y las estructuras de salud a las que dábamos apoyo recibieron heridos y muertos en masa.

Cuando la ciudad fue sitiada, la ayuda quedó bloqueada y el personal sanitario no tuvo apenas con qué trabajar. Al terminar la ofensiva, 19 de los 20 hospitales y clínicas a los que habíamos estado apoyando estaban destruidos o abandonados, de forma que la población tenía pocas posibilidades de recibir atención médica.

En Yemen, la guerra, que ha dejado en ruinas el país y su sistema de salud, entró en su cuarto año. La coalición liderada por Arabia Saudí y Emiratos Árabes continuó atacando y bombardeando áreas con población civil; uno de estos ataques alcanzó a nuestro nuevo centro de tratamiento del cólera en Abs. La guerra está afectando gravemente a los civiles, quienes deben sortear una y otra vez las cambiantes líneas del frente para llegar a los centros de salud.

Yemen fue el país donde nuestros equipos trataron al mayor número de heridos de guerra en 2018: más de 16.000 personas. Después de que en junio se lanzara la gran ofensiva de Hudaida, tratamos en nuestro hospital en Adén a muchos heridos que habían tenido que hacer hasta seis horas en coche para llegar, y la mayoría llegaron en estado crítico.

Al acabar el año, el conflicto se había intensificado en varios frentes y aumentó la afluencia de personas con heridas relacionadas con la guerra. En los alrededores de Moca, tratamos a más de 150 heridos por minas que habían sido colocadas por las fuerzas hutíes de Ansar Alá. Los constantes ataques contra nuestro personal y pacientes en las instalaciones de Ad Dali nos obligaron a retirarnos en noviembre.

Sobrevivir al conflicto en el noreste de Nigeria
Mujeres y niños hacen cola durante una distribución de artículos de primera necesidad en Pulka, Nigeria. Mayo de 2018.
Igor Barbero/MSF

Políticas migratorias de disuasión y detención

El número de proyectos que destinamos a atender a poblaciones en movimiento se ha más que duplicado desde 2012. El mundo ha vuelto a alcanzar un triste récord de personas que han abandonado sus hogares en busca de seguridad, y muchas de ellas solo encuentran más violencia, abuso y explotación en el camino. 

Quienes intentan escapar de la violencia extrema en el Triángulo Norte de Centroamérica (Guatemala, Honduras y El Salvador) se exponen a una enorme brutalidad cuando cruzan México rumbo a Estados Unidos. Y esto tiene consecuencias y nuestros equipos atienden a muchas personas, secuestradas, violadas, torturadas y explotadas, que no solo sufren heridas físicas, sino también mentales.

Quienes se arriesgan a la peligrosa travesía del Mediterráneo desde Libia son frecuentemente interceptados por la Guardia Costera de ese país, que, con financiación de la Unión Europea, implementa por poderes su política migratoria basada en el rechazo y la disuasión. Las personas recogidas son devueltas a las terribles condiciones de los centros de detención libios, donde nuestro acceso está muy restringido.

En 2018, en distintas partes del mundo, los países reforzaron sus fronteras para intentar mantener lejos a migrantes y refugiados. Muchos Gobiernos trataron de cubrir el coste humano de sus políticas y optaron por demonizar, amenazar y, en última instancia, bloquear, algunos de nuestros esfuerzos para dar asistencia y testimonio.

A principios de diciembre, fuimos obligados a terminar nuestras operaciones de búsqueda y rescate en el Mediterráneo central, tras sufrir acciones cada vez más obstructivas por parte de los Gobiernos europeos, en especial del italiano, que cerró sus puertos a los buques de rescate. Todo ello a pesar de que en 2018, según las estimaciones, unas 2.300 personas murieron ahogadas cuando huían de Libia en pateras.

En octubre, el Gobierno de la isla de Nauru nos expulsó con solo 24 horas de aviso y sin más explicación aparte de que nuestros servicios “ya no eran necesarios”. Hasta entonces, habíamos brindado atención médica y salud mental a los solicitantes de asilo detenidos en la isla en el marco de la política de detención externalizada por la vecina Australia. También atendíamos a población local.

Heridas visibles e invisibles

En los Territorios Palestinos, el Ejército israelí respondió con una fuerza brutal a las protestas de la Gran Marcha del Retorno que comenzaron en marzo en Gaza. Miles de personas acabaron con horribles heridas de bala, sobre todo en las piernas, unas lesiones muy complejas y graves. La enorme cantidad de heridos desbordó a nuestros equipos; solo en 2018, realizamos más de 3.000 cirugías mayores, comparadas con las 400 de 2017. Pacientes y personal médico tienen ahora por delante un largo camino de cirugías, rehabilitación y riesgo de infecciones, en un enclave con recursos limitados a causa del bloqueo, que dura ya 11 años.

En República Centroafricana, se intensificó el ciclo de venganza y represalias, especialmente en abril y mayo en Bangui y en Bambari, y en Batangafo en noviembre. Nuestros equipos atendieron a muchos heridos y en dos ocasiones tuvieron que activar planes de atención a víctimas en masa en Bangui. Sin embargo, los combates nos impidieron llegar a muchas personas heridas que habían huido al campo.

Nuestros equipos también trataron heridas invisibles, las que afectan a la salud mental, y ofrecimos atención psicológica en 54 países. En 2018, publicamos varios informes sobre la grave situación en materia de salud mental de las personas que viven refugiadas o desplazadas. Encontramos alarmantes tasas de enfermedad mental y pensamientos suicidas en las personas atrapadas en Lesbos (Grecia), en Nauru y en los campos de desplazados de Sudán del Sur. Organizamos sesiones individuales y en grupo para atender a los refugiados en estos países, así como en México, Bangladesh y Liberia. 

Aquarius. Operaciones de rescate. Dic - Ene 2017
La enfermera de MSF Aoife Ní Mhurchú proporciona una pastilla contra el mareo a uno de los 27 rescatados en el Mediterráneo el 8 de enero de 2018; estaban en una patera de madera a 100 kilómetros de la costa libia.
Federico Scoppa

Crisis de desplazamiento olvidadas

En Etiopía, la violencia étnica, la falta de seguridad y la carencia de ayuda en sus lugares de origen forzó a 1,4 millones de personas a huir de sus hogares; fueron varias crisis de desplazamiento simultáneas, masivas, en las que la gente huyó sin nada y necesitaban de todo: comida, agua, refugio y apoyo psicosocial.

Nuestros equipos trabajaron en asentamientos en el sur y el oeste del país, donde el hacinamiento y las condiciones de insalubridad facilitaron la propagación de enfermedades como la diarrea y las infecciones de la piel.

La reubicación forzada de las personas desplazadas y las barreras para la entrega imparcial de ayuda plantearon dilemas constantes a las organizaciones humanitarias. Ahora, Etiopía alberga la segunda mayor población de refugiados de África, principalmente eritreos, somalíes y sursudaneses. 

En el noreste de Nigeria, entre los estados de Borno y Yobe, cerca de 2 millones de personas han sido desplazadas por el conflicto. La ciudad de Rann fue atacada el 1 de marzo (por segunda vez en poco más de un año) y debimos suspender temporalmente las actividades. En 2018, trabajamos en 17 ubicaciones en estos dos estados, donde cientos de miles de personas siguen dependiendo en gran medida de la ayuda humanitaria para sobrevivir, y otros cientos de miles más viven en zonas a las que las organizaciones humanitarias no podemos llegar.

Mejorar la atención a los pacientes

En noviembre, la Iniciativa Medicamentos para Enfermedades Olvidadas (DNDi), con la que MSF colabora, recibió la aprobación para la primera entidad química nueva que ha desarrollado, el fexinidazol, un medicamento para tratar la enfermedad del sueño de forma más segura, eficaz y sencilla. Ya lo hemos probado en nuestros proyectos.

Por otra parte, el 97% de los abortos no seguros –y las muertes que provoca– ocurren en África, Latinoamérica y en el sur y el oeste de Asia. En los últimos dos años, hemos realizado un importante esfuerzo para incrementar la disponibilidad de servicios de interrupción voluntaria del embarazo en nuestros proyectos en estas regiones. En 2018, unos 70 proyectos en 25 países reportaron haber proporcionado este servicio a más de 11.000 mujeres y niñas que lo solicitaron.

No dejamos de buscar formas de mejorar la calidad del diagnóstico, lo que nos llevó a ampliar nuestro gasto en la última tecnología de ecografía portátil. También desarrollamos un algoritmo, eCARE, que ayuda al diagnóstico pediátrico, mejora el cumplimiento de nuestras guías médicas y evita el uso innecesario de antibióticos.

Nuestra Campaña de Acceso a medicamentos también sigue trabajando para mejorar la atención a personas con hepatitis C y hemos abogado por ampliar la disponibilidad de las combinaciones de medicamentos basadas en el sofosbuvir. Esto permitió a nuestros equipos ampliar y simplificar el tratamiento en varios países en 2018. Tal fue el caso de Camboya, donde además introdujimos un procedimiento simplificado de diagnóstico que reduce el tiempo entre la detección y el inicio del tratamiento. 

Nuestro trabajo no está exento de riesgos. Los equipos de MSF brindan atención bajo la amenaza de detenciones, secuestros y ataques. Nuestros pensamientos siguen con Romy, Richard y Philippe, nuestros compañeros secuestrados en 2013 en República Democrática del Congo. Seguimos sin noticias de su paradero.

Directores de Operaciones de MSF:
Dr. Marc Biot
Dra. Isabelle Defourny
Marcel Langenbach
Kenneth Lavelle
Bertrand Perrochet
Teresa Sancristoval

Siguiente
Médicos sin fronteras